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Inquieta siempre y en su incansable búsqueda por encontrar un espacio donde acomodar la música tradicional y popular en el panorama actual, nos llega el último trabajo de Lorena Álvarez, un EP grabado en el Valle De Hecho, en los pirineos oscenses durante el mes de agosto de 2020, dentro de las residencias artísticas LoMón Contemporáneo.
Cuatro canciones para las que Lorena conformó una orquestina con músicos amateur de la zona, tañedores de laúdes, bandurrias y guitarras, que durante un mes acompañaron a la cantautora y compartieron con ella las experiencias que dieron forma a esta grabación, producida por la propia Lorena Álvarez en colaboración con Alonso Díaz.
En estas canciones, hay una intención de poner en valor la música tradicional, pero no cómo género musical, ni estilo, ni como ornamento o etiqueta, si no como manera de acercarse al mundo y relacionarse con él.
Para mí, la música tradicional es la esencia y no el adorno, es la raíz y no la rama y es la casa del misterio más primigenio, con muchas puertas disponibles para que las abramos y exploremos en qué consiste ese misterio.
Podemos encontrar aquí a unas personas encarnando ese espíritu musical, personas que a través de la música pueden comunicarse entre ellas, compartir sus mundos interiores y aprender qué similares son en esencia.
Se fraguó una amistad propiciada por el arte, la música y la poesía, e iluminados por los resplandores de esos fuegos, se trabajó con ahínco hasta que, salvando juntos las limitaciones de cada uno, florecieron las canciones que aquí presentamos.
Música al servicio de unas relaciones humanas, personas al servicio de los espíritus de las canciones, música a ras de suelo, ese es para mí el significado de la cultura y del arte.
Lorena Álvarez


Ensoñación rondadora
La música tradicional ha demostrado en numerosas ocasiones que existen corrientes subterráneas que conectan sus distintas variedades en diferentes territorios. Y no hay mayor placer que descubrir esos hilos invisibles que enhebran amistades y dinamitan fronteras… aunque solo sea, ¡ay!, a nivel musical. Parafraseando el relato “De los Apeninos a los Andes” de Edmundo de Amicis, la asturiana Lorena Álvarez ha decidido viajar de los Picos de Europa a los Pirineos. Una insólita extrapolación musical que ha dado como resultado este brillante EP, “Lorena Álvarez y los Rondadores de La Val d´Echo”, que evidencia los beneficios del intercambio y la cohabitación en el terreno sonoro.
Tras dos discos como dos soles (“Anónimo”, de 2012, y “Colección de canciones sencillas”, de 2019), en los que aunó los encantos de lo natural con la excitación de lo experimental, Lorena Álvarez quiso en 2020 seguir explorando nuevos territorios musicales al realizar una residencia artística propiciada por el festival LoMón Contemporáneo, que se celebra en la localidad altoaragonesa de Hecho (Echo, en aragonés), situada en el Pirineo jacetano. De esa hermosa villa procede el mítico grupo La Val d´Echo, al que están ligados nombres como el del célebre Pepe Lera (autor de melodías inmortales como “S´ha feito de nuei” y “Soniando”) o el de Juan José Lagraba, uno de los colaboradores de Lorena en este disco y pieza clave de estos Rondadores de La Val d´Echo que le acompañan.
Las rondas o rondallas han sido parte fundamental en la evolución y difusión de la música tradicional del Pirineo oscense y ese espíritu de la ronda es el que sobrevuela las cuatro canciones de este disco grabado sin trampa ni cartón en el Cine de Hecho, centro neurálgico de la cultura chesa de hoy en día. Cuatro canciones que buscan recuperar la emoción telúrica y que encierran la belleza de lo natural, de lo sin pulir, de la música surgida al calor de la amistad. “Dos pájaros en un almendro” es una entrañable revisión rondadora de los verdiales que intercala Estrella Morente en el tema “Montes de Málaga” de su padre Enrique, rubricando así el relevante influjo de la jota y el fandango en la génesis del flamenco. Por su parte, “La mano ardiendo” es una arrebatadora balada jotera, onírica, serena y ensoñadora, que parece surgir del improbable encuentro entre Vainica Doble y la legendaria cantadora Camila Gracia.
La primavera estalla y el amor se desangra en “Una rosa”, con sus sutiles y hermosísimas armonías en clave de un imaginario Canterbury folk. Por último, Lorena retoma de su más reciente álbum el divertido tema “Soy un olmo”, acentuando la ironía del espíritu de la ronda. Cuatro canciones que apuestan por una experimentación cabal, subliman el añejo sonido del plectro y dibujan una bella ensoñación rondadora sin despegarse de la tierra. O como dice la propia Lorena, “es música a ras de suelo”.
Luis Lles


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Mi agradecimiento más afectuoso a Los Rondadores de La Val D´Echo, un grupo de músicos amateurs que se formó durante el mes que pasé en el Valle de Hecho.
A pesar de que durante el proceso de creación de este disco hubo momentos en los que todos perdimos la fé en que fuésemos capaces de llevar a cabo el proyecto, este grupo de gente, con una gran nobleza, como corresponde a las personas de las montañas, se unieron a mi de corazón y conseguimos todos juntos remontar y llevar a buen término nuestras ideas.
Especialmente gracias a Alonso Díaz que llegó en el momento justo en el que éramos un grupo de ovejas descarriadas y con su pureza y su generosa alma musical, nos convirtió en un alegre rebaño cantarín.Sé que juntos aprendimos muchas cosas y que una vez más el arte y la música desplegaron sus hechizos y sus enseñanzas sobre nosotros y unieron con un lazo que ya no se romperá a los que hasta aquel verano, éramos unos desconocidos.
Y no sólo eso, si no que como cada vez que una persona se enfrenta a sus miedos y es capaz de traspasarlos, le es revelado lo que se esconde más allá, que en este caso se trató de algunas valiosas enseñanzas sobre el alma humana además de unas semanas repletas de música hecha con el corazón, excursiones por los salvajes parajes pirenaicos y una amistad que espero que dure muchos años.
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